DOMINGO 15

Is 50, 5-9
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Está cerca el que me hace justicia: ¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí! Sí, el Señor viene en mi ayuda: ¿quién me va a condenar? Todos ellos se gastarán como un vestido, se los comerá la polilla.


Sal 114
Caminaré en la presencia del Señor. 
Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria, porque me prestó atención cuando mi voz lo llamaba. 
Caminaré en la presencia del Señor. 
Redes de angustia y de muerte me alcanzaron y me ahogaban. Entonces rogué al Señor que la vida me salvara. 
Caminaré en la presencia del Señor. 
El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos. Caminaré en la presencia del Señor. 
Mi alma libró de la muerte; del llanto los ojos míos, y ha evitado que mis pies tropiecen por el camino. Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos. 
Caminaré en la presencia del Señor.


Stgo 2, 14-18
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: «Vayan en paz, caliéntense y coman», y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta.
Sin embargo, alguien puede objetar: «Uno tiene la fe y otro, las obras». A ese habría que responderle: «Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe».


Mc 8, 27-35
En aquel tiempo, Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas». «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro respondió: «Tú eres el Mesías». Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.



Isaías 50, 5-9: El Siervo Sufriente y la Obediencia

Este pasaje presenta al siervo de Dios, una figura que representa al pueblo de Israel, y más tarde, a Cristo. El siervo experimenta sufrimiento y humillación, pero permanece fiel a Dios. La clave está en la obediencia y la confianza en Dios, incluso en medio del dolor.

Salmo 114: La Liberación y la Gratitud

Este salmo es un canto de alabanza a Dios por la liberación de la esclavitud. Expresa la profunda gratitud del salmista hacia Dios y su confianza en Él. Conecta con Isaías al mostrar cómo Dios actúa en la historia, liberando y salvando a su pueblo.

Santiago 2, 14-18: Fe y Obras

Santiago nos advierte que la fe sin obras está muerta. Es decir, la fe auténtica se manifiesta en acciones concretas, especialmente en el servicio a los demás. Este pasaje contrasta con una fe meramente intelectual y nos llama a vivir nuestra fe de manera activa.

Marcos 8, 27-35: La Confesión de Pedro y el Camino de la Cruz

Aquí, Pedro confiesa a Jesús como el Mesías, pero poco después, Jesús comienza a hablar de su pasión y muerte. Este pasaje nos muestra la tensión entre la gloria humana y el camino de la cruz. Jesús invita a sus discípulos a negarse a sí mismos y tomar su cruz. Conecta con los otros pasajes al mostrar que el discipulado implica sufrimiento y sacrificio, pero también una profunda confianza en Dios.

El Cuadro Completo

Al unir estos pasajes, podemos ver un hilo conductor:

  • Sufrimiento y obediencia: Tanto el siervo de Yahvé como Jesús experimentan sufrimiento, pero ambos permanecen fieles a Dios.
  • Fe y obras: La fe auténtica se manifiesta en acciones concretas, como servir a los demás y seguir a Jesús, incluso cuando es difícil.
  • El camino de la cruz: El discipulado implica tomar nuestra cruz y seguir a Jesús, negándonos a nosotros mismos.

En conjunto, estos pasajes nos invitan a:

  • Cultivar una fe profunda y comprometida.
  • Aceptar el sufrimiento como parte del camino cristiano.
  • Servir a los demás de manera desinteresada.
  • Seguir a Jesús, incluso cuando sea difícil.