El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Está cerca el que me hace justicia: ¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí! Sí, el Señor viene en mi ayuda: ¿quién me va a condenar? Todos ellos se gastarán como un vestido, se los comerá la polilla.
Sal 114
Caminaré en la presencia del Señor.
Stgo 2, 14-18
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: «Vayan en paz, caliéntense y coman», y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta.
Sin embargo, alguien puede objetar: «Uno tiene la fe y otro, las obras». A ese habría que responderle: «Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe».
Mc 8, 27-35
En aquel tiempo, Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas». «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro respondió: «Tú eres el Mesías». Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
Isaías 50, 5-9: El Siervo Sufriente y la Obediencia
Este pasaje presenta al siervo de Dios, una figura que representa al pueblo de Israel, y más tarde, a Cristo. El siervo experimenta sufrimiento y humillación, pero permanece fiel a Dios. La clave está en la obediencia y la confianza en Dios, incluso en medio del dolor.
Salmo 114: La Liberación y la Gratitud
Este salmo es un canto de alabanza a Dios por la liberación de la esclavitud. Expresa la profunda gratitud del salmista hacia Dios y su confianza en Él. Conecta con Isaías al mostrar cómo Dios actúa en la historia, liberando y salvando a su pueblo.
Santiago 2, 14-18: Fe y Obras
Santiago nos advierte que la fe sin obras está muerta. Es decir, la fe auténtica se manifiesta en acciones concretas, especialmente en el servicio a los demás. Este pasaje contrasta con una fe meramente intelectual y nos llama a vivir nuestra fe de manera activa.
Marcos 8, 27-35: La Confesión de Pedro y el Camino de la Cruz
Aquí, Pedro confiesa a Jesús como el Mesías, pero poco después, Jesús comienza a hablar de su pasión y muerte. Este pasaje nos muestra la tensión entre la gloria humana y el camino de la cruz. Jesús invita a sus discípulos a negarse a sí mismos y tomar su cruz. Conecta con los otros pasajes al mostrar que el discipulado implica sufrimiento y sacrificio, pero también una profunda confianza en Dios.
El Cuadro Completo
Al unir estos pasajes, podemos ver un hilo conductor:
- Sufrimiento y obediencia: Tanto el siervo de Yahvé como Jesús experimentan sufrimiento, pero ambos permanecen fieles a Dios.
- Fe y obras: La fe auténtica se manifiesta en acciones concretas, como servir a los demás y seguir a Jesús, incluso cuando es difícil.
- El camino de la cruz: El discipulado implica tomar nuestra cruz y seguir a Jesús, negándonos a nosotros mismos.
En conjunto, estos pasajes nos invitan a:
- Cultivar una fe profunda y comprometida.
- Aceptar el sufrimiento como parte del camino cristiano.
- Servir a los demás de manera desinteresada.
- Seguir a Jesús, incluso cuando sea difícil.