Los jefes dijeron al rey: “Que este hombre sea condenado a muerte, porque con semejantes discursos desmoraliza a los hombres de guerra que aún quedan en esta ciudad, y a todo el pueblo. No, este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia”. El rey Sedecías respondió: “Ahí lo tienen en sus manos, porque el rey ya no puede nada contra ustedes”. Entonces ellos tomaron a Jeremías y lo arrojaron al aljibe de Malquías, hijo del rey, que estaba en el patio de la guardia, descolgándolo con cuerdas. En el aljibe no había agua sino sólo barro, y Jeremías se hundió en el barro.
Ebed Mélec salió de la casa del rey y le dijo: “Rey, mi señor, esos hombres han obrado mal tratando así a Jeremías; lo han arrojado al aljibe, y allí abajo morirá de hambre, porque ya no hay pan en la ciudad”. El rey dio esta orden a Ebed Mélec, el cusita: “Toma de aquí a tres hombres contigo, y saca del aljibe a Jeremías, el profeta, antes de que muera”.
Sal 39
Señor, date prisa en ayudarme.
Hb 12, 1-4
Hermanos, ya que estamos rodeados de una verdadera nube de testigos, despojémonos de todo lo que nos estorba, en especial del pecado, que siempre nos asedia, y corramos resueltamente al combate que se nos presenta. Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se les ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Piensen en aquel que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento. Después de todo, en la lucha contra el pecado, ustedes no han resistido todavía hasta derramar su sangre.
Lc 12, 49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».
Jeremías 38, 4-6. 8-10: La persecución del profeta
Significado: Este pasaje narra cómo el profeta Jeremías es perseguido por anunciar la verdad de Dios. Los príncipes de Judá, en lugar de escuchar la advertencia divina, acusan a Jeremías de debilitar al pueblo y lo arrojan a una cisterna para que muera. Sin embargo, un funcionario etíope, Ebed-Mélec, intercede por él y, por orden del rey, lo rescatan.
Mensaje: Ser fiel a Dios y proclamar su palabra a menudo genera hostilidad y rechazo, incluso por parte de las autoridades y de aquellos a quienes se busca ayudar. A pesar de esto, el texto muestra que Dios siempre suscita a alguien para rescatar y sostener a sus siervos fieles en medio de la prueba.
Salmo 39 (40): Un canto de confianza y auxilio
Significado: Este salmo es una oración de confianza y súplica. El salmista recuerda cómo Dios lo ha rescatado en el pasado de "la fosa fatal" y el "fango cenagoso", y ahora, enfrentando nuevas angustias, clama de nuevo: "Señor, date prisa en socorrerme".
Mensaje: Acompañando la lectura de Jeremías, este salmo es la respuesta del corazón creyente ante la persecución. Es un acto de fe que reconoce la fidelidad pasada de Dios y, basándose en ella, pide con urgencia su ayuda en el presente. Nos enseña a clamar a Dios en medio de la adversidad, confiando en su auxilio.
Hebreos 12, 1-4: Correr la carrera de la fe con la mirada en Jesús
Significado: Esta carta nos exhorta a perseverar en nuestra "carrera" de fe, despojándonos de todo lo que nos estorba. La clave para no desfallecer es mantener "fijos los ojos en Jesús". Se nos recuerda que Jesús mismo soportó la cruz y la hostilidad de los pecadores, y nuestra lucha aún no ha llegado "hasta la sangre" como la suya.
Mensaje: Este pasaje ofrece la perspectiva cristiana sobre el sufrimiento. No estamos solos en nuestras luchas; formamos parte de una "nube de testigos". El ejemplo supremo es Jesús, quien, por el gozo que le esperaba (la salvación de la humanidad), soportó el sufrimiento extremo. Nos anima a resistir y a ver nuestras propias dificultades como una parte necesaria del camino de la fe, sin perder de vista el objetivo final.
Lucas 12, 49-53: El fuego y la división que trae Cristo
Significado: Aquí, Jesús habla con una crudeza que puede sorprender. Dice que ha venido a "prender fuego en el mundo" y que no ha venido a traer paz, sino división. Explica que su mensaje provocará divisiones incluso dentro de las familias más unidas.
Mensaje: El "fuego" que Jesús trae es el del Espíritu Santo, un fuego que purifica, transforma y expone la verdad. Su mensaje es tan radical que exige una decisión fundamental: estar con Él o contra Él. Esta elección inevitablemente causa división, porque la lealtad a Cristo se coloca por encima de cualquier otro lazo, incluso el familiar. No es que Jesús desee el conflicto, sino que la adhesión radical a la verdad del Evangelio choca frontalmente con las tinieblas del pecado y la comodidad del mundo, generando una separación inevitable.
El Significado en Conjunto: La Prueba de la Fidelidad
En su conjunto, estas lecturas presentan una visión realista y profunda de la vida cristiana. Nos enseñan que:
La fidelidad trae conflicto: Al igual que Jeremías y el mismo Jesús, ser fiel a la verdad de Dios nos expondrá a la incomprensión y la persecución.
La división es inevitable: El Evangelio no es un mensaje de paz superficial, sino una llamada a una conversión que puede dividir familias y sociedades.
La perseverancia es clave: Se nos llama a correr nuestra carrera con resistencia, sin rendirnos ante la adversidad.
La esperanza está en Dios y en Jesús: Como Dios rescató a Jeremías y como Jesús venció a la muerte, tenemos la certeza del auxilio divino y el ejemplo perfecto para seguir. La oración, como la del Salmo 39, es nuestra línea directa para recibir esa ayuda.
En resumen, estos pasajes nos preparan para las dificultades del discipulado, recordándonos que el camino de la fe es exigente, pero asegurándonos que nunca estamos solos y que nuestra perseverancia, con los ojos fijos en Jesús, nos llevará a la victoria final.