Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país. Ustedes dicen: “¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos del trigo”. El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás olvidaré ninguna de sus acciones.
Sal 112
Alabad al Señor, que ensalza al pobre.
1Tim 2, 1-8
Querido hermano, ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento.
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.
Lc 16, 1-13
En aquel tiempo, Jesús decía también a los discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: “¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto”. El administrador pensó entonces: “¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!”. Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?”. “Veinte barriles de aceite”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez”. Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. “Cuatrocientos quintales de trigo”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo y anota trescientos”. Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero».
Amós 8, 4-7: Denuncia de la Injusticia Social
Esta lectura del profeta Amós es una fuerte condena contra la explotación de los pobres y la deshonestidad en los negocios. El profeta denuncia a aquellos que, llevados por la avaricia, no ven la hora de que terminen las festividades religiosas para volver a sus prácticas fraudulentas: engañan en el peso, aumentan los precios y venden productos de mala calidad.
El mensaje central es una advertencia divina: Dios no olvida las injusticias cometidas contra los más vulnerables. La verdadera religiosidad no puede coexistir con la explotación del prójimo. Es un llamado a la coherencia entre la fe que se profesa y las acciones que se realizan en la vida cotidiana, especialmente en el ámbito económico y social.
Salmo 112: El Retrato del Hombre Justo
Este salmo presenta el ideal del hombre que teme al Señor. Se describe a una persona recta, compasiva y generosa, que "reparte y da a los pobres". Su justicia es su mayor tesoro y le asegura una descendencia bendecida y una memoria perdurable.
En contraste directo con la denuncia de Amós, el Salmo 112 nos muestra el camino a seguir. La verdadera prosperidad y felicidad no se encuentran en la acumulación egoísta de riquezas, sino en la práctica de la justicia y la misericordia. El hombre justo es aquel que administra sus bienes con generosidad y temor de Dios.
1 Timoteo 2, 1-8: Oración Universal y Mediación de Cristo
San Pablo, en su carta a Timoteo, exhorta a la comunidad a orar por todas las personas, incluyendo a los gobernantes y a quienes ocupan puestos de autoridad. El propósito de esta oración es poder llevar una vida tranquila y en paz, dedicada a Dios.
El fundamento de esta oración universal es la voluntad salvífica de Dios, "que quiere que todos los hombres se salven". Pablo subraya la unicidad de Dios y la mediación exclusiva de Jesucristo, quien se entregó en rescate por toda la humanidad. Este pasaje amplía nuestra perspectiva, recordándonos que nuestra preocupación y oración deben extenderse más allá de nuestro círculo cercano para abarcar al mundo entero.
Lucas 16, 1-13: La Astucia en el Uso de los Bienes Terrenales
En este pasaje, Jesús narra la parábola del administrador astuto. Un hombre que está a punto de ser despedido por malgastar los bienes de su amo, utiliza su posición para asegurarse el futuro, perdonando parte de la deuda a los deudores de su señor. Jesús no alaba la deshonestidad del administrador, sino su astucia y previsión para asegurar su porvenir.
La enseñanza principal es un llamado a los creyentes a usar los bienes materiales con la misma sagacidad, pero para un fin trascendente: "ganarse amigos para el cielo". Jesús nos advierte que no podemos servir a dos señores, a Dios y al dinero. Debemos ser administradores fieles de los bienes que se nos han confiado, utilizándolos para hacer el bien y asegurar nuestro destino eterno.
Mensaje en Conjunto
Leídas en conjunto, estas escrituras forman una catequesis completa sobre la vida cristiana en el mundo. El mensaje es claro y coherente:
La fe exige justicia: No se puede separar la adoración a Dios de un trato justo y compasivo hacia el prójimo, especialmente los más necesitados (Amós).
El modelo a seguir es el hombre justo: La verdadera bendición se encuentra en la generosidad y la rectitud, no en la riqueza acumulada de forma egoísta (Salmo 112).
Nuestra visión debe ser universal: Nuestra responsabilidad y oración se extienden a toda la humanidad, reflejando el deseo de Dios de que todos se salven (1 Timoteo).
Debemos ser administradores astutos para el Reino: Los bienes materiales son herramientas que deben ser utilizadas con inteligencia y generosidad para servir a Dios y asegurar nuestra vida eterna, reconociendo que no podemos servir a Dios y al dinero al mismo tiempo (Lucas).
En resumen, se nos llama a vivir una fe activa y comprometida, donde la oración nos abre al mundo, la justicia guía nuestras acciones económicas y sociales, y la caridad se convierte en la mejor inversión para la eternidad.