Porque así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: “¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!”. Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremosde la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí! Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel y Efraím es mi primogénito.
Sal 125
Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Hb 5, 1-6
Hermanos: Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. El puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino también por los propios pecados.
Y nadie se arroga esta dignidad, si no es llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo:
"Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy". Como también dice en otro lugar: "Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec".
Mc 10, 46-52
En aquel tiempo, llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo –Bartimeo, un mendigo ciego– estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!». Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!». Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le dijeron: «¡Ánimo, levántate! Él te llama». Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». Él le respondió: «Maestro, que yo pueda ver». Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Vamos a analizar estos pasajes bíblicos juntos para encontrar los hilos conductores y su significado conjunto.
Jeremías 31, 7-9
Este pasaje del profeta Jeremías es una profecía de esperanza y restauración. Dios promete ser un padre para su pueblo, especialmente para aquellos que han sido dispersos y exiliados. La imagen del padre que cuida de su hijo primogénito es muy poderosa, resaltando el amor y la protección divina.
Salmo 125
Este salmo celebra la liberación del pueblo de Dios y su retorno a Sión. Expresa la alegría y el agradecimiento por la intervención divina en la vida de su pueblo. La imagen de la montaña de Sión, como lugar seguro y protegido, refuerza la idea de la protección divina.
Hebreos 5, 1-6
Aquí se nos presenta la figura del sumo sacerdote, que intercede por los pecados del pueblo. El autor de la carta a los Hebreos destaca que Jesús, como sumo sacerdote perfecto, puede compadecerse de nuestras debilidades, pues él mismo ha sido tentado en todo, menos en el pecado.
Marcos 10, 46-52
Este pasaje narra la curación de Bartimeo, el ciego de Jericó. A pesar de las dificultades y las críticas, Bartimeo insiste en su petición de ayuda a Jesús. Su fe es recompensada con la restauración de su vista.
¿Qué nos dicen estos pasajes juntos?
- La misericordia y el amor de Dios: En todos estos pasajes, vemos la constante manifestación del amor y la misericordia de Dios hacia su pueblo. Dios es un padre amoroso que cuida de los suyos, los libera de sus aflicciones y los restaura.
- La importancia de la fe: La fe es un elemento fundamental en la relación con Dios. Bartimeo, al creer en el poder de Jesús, es sanado. La fe nos permite acercarnos a Dios y experimentar su gracia.
- La figura de Jesús como mediador: En Hebreos, se nos presenta a Jesús como el sumo sacerdote perfecto, que intercede por nosotros ante el Padre. Esta idea se complementa con la imagen de Dios como padre amoroso en Jeremías.
- La esperanza de la restauración: Tanto Jeremías como el Salmo 125 hablan de la restauración del pueblo de Dios. Esta esperanza se hace realidad en la persona de Jesús, que vino a salvar a la humanidad y a restaurar nuestra relación con Dios.
En resumen, estos pasajes nos invitan a confiar en la misericordia de Dios, a cultivar nuestra fe y a experimentar la alegría de la salvación. Nos muestran que Dios siempre está dispuesto a perdonar, a sanar y a restaurar nuestras vidas.