DOMINGO 27

Gn 18, 20-32
En aquellos días, el Señor le dijo a Abraham: “El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré”.
Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se quedó de pie frente a Abraham. Entonces Abraham se le acercó y le dijo: “¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?”. El Señor respondió: “Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos”.
Entonces Abraham dijo: “Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?”. “No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco”, respondió el Señor. Pero Abraham volvió a insistir: “Quizá no sean más que cuarenta”. Y el Señor respondió: “No lo haré por amor a esos cuarenta”.
“Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta”. Y el Señor respondió: “No lo haré si encuentro allí a esos treinta”. Abraham insistió: “Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte”. “No la destruiré en atención a esos veinte”, declaró el Señor. “Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez”. “En atención a esos diez, respondió, no la destruiré”.


Sal 137
Te damos gracias de todo corazón. 
De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo. 
Te damos gracias de todo corazón. 
Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos, nos oíste y nos llenaste de valor. 
Te damos gracias de todo corazón. 
Se complace el Señor en los humildes y rechaza al engreído. En las penas, Señor, me infundes ánimo, me salvas del furor del enemigo. 
Te damos gracias de todo corazón. 
Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones. 
Te damos gracias de todo corazón.


Col 2, 12-14
Hermanos, en el bautismo, ustedes fueron sepultados con él, y con él resucitaron, por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con él, perdonando todas nuestras faltas. Él canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz.


Lc 11, 1-13
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos». Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino; danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación».
Jesús agregó: «Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde adentro él le responde: “No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos”. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay algún padre entre ustedes que dé a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!».



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Una Mirada Conjunta a la Fe, la Intercesión y la Misericordia Divina

Las lecturas de Génesis 18:20-32, Salmo 137, Colosenses 2:12-14 y Lucas 11:1-13 de la Biblia Católica, aunque diversas en su género y contexto histórico, convergen en una profunda meditación sobre la relación entre Dios y la humanidad. En su conjunto, estos pasajes tejen un tapiz que resalta la importancia de la oración perseverante, el poder de la intercesión, la infinita misericordia de Dios frente a la justicia y la realidad transformadora del perdón obtenido a través de Cristo.


Génesis 18:20-32: El Atrevimiento de la Intercesión Justa

En este pasaje del Antiguo Testamento, presenciamos un diálogo extraordinario entre Abrahán y Dios. Ante el anuncio del inminente juicio sobre las pecadoras ciudades de Sodoma y Gomorra, Abrahán no permanece pasivo. Con una mezcla de humildad ("soy polvo y ceniza") y audaz confianza, intercede por los justos que pudieran encontrarse en la ciudad. Su negociación con Dios, regateando desde cincuenta justos hasta llegar a diez, no es un intento de torcer la voluntad divina, sino una revelación de la naturaleza de Dios, que valora inmensamente la justicia y está dispuesto a perdonar a una multitud por amor a unos pocos. Esta narración subraya la eficacia de la oración de intercesión y plantea una pregunta fundamental sobre la relación entre la justicia y la misericordia divinas.


Salmo 137: El Lamento y la Esperanza en el Exilio

El Salmo 137 nos transporta a un escenario de profundo dolor y nostalgia. Es el canto de los israelitas exiliados en Babilonia, que lloran junto a sus ríos al recordar a Sión, su patria perdida. La tristeza es tan abrumadora que han colgado sus arpas, incapaces de entonar cantos de alegría en tierra extranjera. Este salmo es un lamento crudo que expresa el sufrimiento del destierro y el anhelo de redención. Aunque contiene imprecaciones de venganza contra sus opresores, en el contexto más amplio de la fe, este clamor representa la profunda necesidad humana de justicia y liberación. Es una oración que nace de la aflicción y la esperanza de que Dios no ha olvidado a su pueblo.


Colosenses 2:12-14: La Victoria Definitiva en Cristo

El apóstol Pablo, en su carta a los Colosenses, ofrece una perspectiva neotestamentaria que da respuesta a la necesidad de redención expresada en el Salmo. Pablo habla de una transformación radical obrada en los creyentes a través del bautismo, que es una sepultura y resurrección simbólica con Cristo. Declara que Dios nos ha "dado vida juntamente con él, perdonándonos todos los delitos". El "documento de la deuda" que pesaba sobre la humanidad, con sus prescripciones y acusaciones, ha sido cancelado, "clavado en la cruz". Este pasaje es un poderoso anuncio de la liberación del pecado y de la muerte. La justicia divina, que parecía implacable, ha sido satisfecha por el sacrificio de Cristo, abriendo paso a una misericordia sin límites.


Lucas 11:1-13: La Confianza y Perseverancia en la Oración

El Evangelio de Lucas nos presenta a Jesús como el maestro de la oración. A petición de sus discípulos, les enseña el "Padre Nuestro", un modelo de oración que abarca la alabanza, la sumisión a la voluntad divina, la petición del sustento diario, el perdón de las ofensas y la protección contra la tentación. A continuación, Jesús narra la parábola del amigo importuno, que, aunque no se levanta por amistad, lo hace por la insistencia de quien pide. Concluye con una exhortación a la confianza filial: "Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá". La enseñanza es clara: la oración debe ser constante y llena de fe, no porque Dios sea reacio a conceder sus dones, sino porque a través de esta perseverancia, fortalecemos nuestra relación con un Padre que siempre desea darnos lo mejor, especialmente el "Espíritu Santo".

Síntesis y Conexiones Temáticas

Al leer estas escrituras en conjunto, emerge un mensaje coherente y profundo:

  • La Oración como Vínculo: Desde el diálogo audaz de Abrahán hasta la enseñanza explícita de Jesús, la oración se presenta como el canal fundamental de comunicación con Dios. Es un espacio para la intercesión, el lamento, la petición y la acción de gracias.

  • De la Justicia a la Misericordia: Génesis nos muestra a un Dios justo pero dispuesto a la clemencia. Colosenses revela cómo esa misericordia alcanza su máxima expresión en la cruz de Cristo, que satisface las demandas de la justicia y ofrece el perdón incondicional.

  • La Perseverancia en la Fe: Tanto la insistencia de Abrahán como la parábola del amigo importuno en Lucas enfatizan la importancia de no desanimarse en la oración. El lamento del Salmo 137, aunque doloroso, es en sí mismo un acto de fe persistente en medio de la prueba.

  • La Respuesta de un Padre Amoroso: Finalmente, la enseñanza de Jesús en Lucas nos asegura que nuestras oraciones no caen en el vacío. Se dirigen a un Padre celestial que, a diferencia de los jueces o amigos terrenales, siempre está dispuesto a darnos "cosas buenas", culminando en el don del Espíritu Santo, la presencia misma de Dios en nosotros.

En definitiva, estas lecturas invitan al creyente a cultivar una vida de oración audaz y confiada, a interceder por los demás, a encontrar consuelo en la promesa de redención en Cristo y a perseverar en la fe, sabiendo que se dirige a un Dios cuya misericordia triunfa sobre el juicio.