DOMINGO 5

Hab 1, 2-3; 2, 2-4
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti: “¡Violencia!”, sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia.
El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará. El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad.


Sal 94
Vengan, cantemos con júbilo al Señor. 
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor!
Vengan, cantemos con júbilo al Señor. 
Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. 
Vengan, cantemos con júbilo al Señor. 
“No endurezcan el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto, cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.” 
Vengan, cantemos con júbilo al Señor.


2Tim 1, 6-8. 13-14
Querido hermano, te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.


Lc 17, 5-10
En aquel tiempo, los Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Él respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”».


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Análisis Individual de las Escrituras


Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4: La queja del profeta y la respuesta de Dios

En este pasaje, el profeta Habacuc se lamenta ante Dios por la violencia, la injusticia y la maldad que ve a su alrededor en el pueblo de Judá. Se siente frustrado porque clama a Dios, pero parece no obtener respuesta. Es un grito de angustia: "¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me escuches?".

La respuesta de Dios llega en el capítulo 2. El Señor le instruye a escribir la visión que le revela, una visión que se cumplirá a su debido tiempo. El mensaje central es una promesa de que "el justo vivirá por su fe". Aunque la maldad parezca triunfar momentáneamente, Dios asegura que los soberbios y los injustos no prevalecerán. La clave para el justo es mantenerse fiel y confiar en la promesa de Dios, incluso cuando la espera es larga y la situación parece desoladora.


Salmo 94: Una invitación a la alabanza y la obediencia

Este salmo es un llamado gozoso a la adoración. Invita al pueblo a aclamar al Señor, reconocido como "la Roca que nos salva", un "Dios grande, soberano de todos los dioses". Es un canto de confianza y reconocimiento del poder y la majestad de Dios como creador y pastor de su pueblo.

Sin embargo, el salmo también contiene una advertencia solemne. Recuerda la experiencia de los israelitas en el desierto en Meribá y Masá, donde dudaron de Dios y endurecieron su corazón. El salmista exhorta a la generación presente: "Ojalá escuchéis hoy su voz: 'No endurezcáis el corazón'". La verdadera adoración, por tanto, no es solo cantar alabanzas, sino también tener un corazón dócil y obediente a la voz de Dios.


2 Timoteo 1, 6-8. 13-14: Aviva el don de la fe con valentía

En esta carta, el apóstol Pablo anima a su joven discípulo Timoteo. Le recuerda el don espiritual que recibió y lo exhorta a "reavivar el fuego del don de Dios". Pablo le infunde valor, recordándole que el Espíritu que han recibido no es de "cobardía, sino de fortaleza, amor y dominio propio".

Pablo lo impulsa a no avergonzarse de dar testimonio de Jesús, ni de él mismo, que está prisionero por causa del evangelio. Le pide que soporte los sufrimientos por el evangelio con la fortaleza que Dios le da. Además, le encarga conservar la "sana doctrina" con la ayuda del Espíritu Santo. Es un llamado a la perseverancia, a la valentía en la proclamación de la fe y a la fidelidad a la enseñanza recibida.


Lucas 17, 5-10: La fe y el servicio humilde

Los apóstoles le hacen a Jesús una petición muy directa: "Auméntanos la fe". La respuesta de Jesús es sorprendente. No les da una "cantidad" mayor de fe, sino que les explica el poder intrínseco de la fe, incluso si es tan pequeña como un grano de mostaza. Una fe auténtica, por mínima que parezca, tiene el poder de hacer cosas extraordinarias.

Luego, Jesús cuenta la parábola del siervo inútil. Un siervo que trabaja todo el día en el campo no espera que su amo le agradezca o le sirva la cena al llegar a casa; simplemente cumple con su deber. La lección es que el servicio a Dios no se hace buscando recompensa o reconocimiento. Cuando hemos hecho todo lo que se nos ha mandado, debemos reconocer con humildad: "Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer". La fe no es un mérito para exigir algo de Dios, sino la base para un servicio humilde y fiel.

Significado en Conjunto: La Fe que Persevera en la Dificultad y se Expresa en el Servicio

Al leer estos pasajes en conjunto, emerge un mensaje coherente y profundo sobre la naturaleza de la fe cristiana, especialmente en tiempos de prueba.

  1. El Clamor en la Adversidad y la Paciencia de la Fe: Habacuc representa la lucha humana con la injusticia y el aparente silencio de Dios. La respuesta que recibe —"el justo vivirá por su fe"— establece el tema central. La fe no es una solución mágica a los problemas, sino la confianza perseverante en que Dios actuará a su debido tiempo.

  2. La Respuesta del Corazón Creyente: El Salmo 94 complementa esto mostrando cuál debe ser la actitud del creyente mientras espera: la adoración y la obediencia. En lugar de endurecer el corazón con dudas y quejas como los israelitas en el desierto, se nos invita a escuchar la voz de Dios hoy y a alabarlo como nuestro creador y pastor.

  3. La Fortaleza para el Testimonio: 2 Timoteo nos da la dimensión práctica y valiente de la fe. No es una fe pasiva, sino un don que debe ser "reavivado". Nos capacita, a través del Espíritu Santo, para no acobardarnos ante el sufrimiento y para dar testimonio de Cristo con fortaleza, incluso cuando es difícil.

  4. La Humildad del Servicio Fiel: Finalmente, el Evangelio de Lucas pone todo en perspectiva. La fe, por pequeña que sea, es poderosa. Pero su objetivo no es la autogratificación o la búsqueda de milagros para nuestro beneficio. La petición "auméntanos la fe" se responde con una lección sobre el servicio humilde e incondicional. La fe verdadera se expresa en el cumplimiento del deber, reconociendo que todo lo que hacemos es simplemente nuestra respuesta amorosa y obligada a un Dios que nos lo ha dado todo.

En resumen, estas lecturas nos enseñan que, en un mundo lleno de injusticia (Habacuc), estamos llamados a vivir una fe que espera con paciencia la acción de Dios. Esta fe se nutre de la alabanza y de un corazón que no se endurece (Salmo 94), nos da la valentía para ser testigos en medio de las dificultades (2 Timoteo) y se manifiesta en un servicio humilde y constante, sin esperar nada a cambio (Lucas). Es un camino de fe activa, paciente, valiente y humilde.