Así habla el Señor, el que abrió un camino a través del mar y un sendero entre las aguas impetuosas; el que hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán, se extinguieron, se consumieron como una mecha. No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa. Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mi Pueblo, mi elegido, el Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.
Sal 125
Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Fil 3, 7-14
Hermanos: todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo. Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él, he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a él, no con mi propia justicia –la que procede de la Ley– sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte, a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos.La carrera del cristiano
Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
Jn 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?». Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra». E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?». Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante».
El significado en conjunto de estas escrituras de la Biblia Católica nos habla de un Dios de profunda misericordia y de la necesidad de una conversión continua, dejando atrás el pasado para abrazar una nueva vida en Cristo.
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Isaías 43, 16-21: Este pasaje del Antiguo Testamento anuncia una nueva liberación y un nuevo éxodo para el pueblo de Israel, comparable pero superior al éxodo de Egipto. Dios promete hacer "algo nuevo", abriendo caminos en el desierto y dando agua en la secuencia. Nos invita a no quedarnos anclados en el pasado, sino a estar atentos a las nuevas obras que Dios está realizando en nuestra vida. Es un mensaje de esperanza y renovación, recordándonos que Dios es capaz de transformar las situaciones más difíciles y de ofrecernos un futuro lleno de bendiciones.
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Salmo 125: Este salmo es un cántico de confianza en la protección de Dios. Compara a quienes confían en el Señor con el monte Sión, inamovible y eterno. Así como Jerusalén está rodeada de montes, así el Señor rodea a su pueblo con su protección desde ahora y para siempre. Nos asegura que la maldad no prevalecerá sobre los justos y nos anima a mantenernos firmes en nuestra fe, sabiendo que Dios cuida de aquellos que son rectos de corazón.
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Filipenses 3, 7-14: En este pasaje del Nuevo Testamento, San Pablo nos comparte su propio camino de conversión. Él, que antes consideraba valiosas sus credenciales y logros según la ley judía, ahora lo considera todo como pérdida en comparación con el inmenso valor de conocer a Cristo Jesús. Su único objetivo es conocer a Cristo más profundamente, experimentar el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, con la esperanza de alcanzar la resurrección de entre los muertos. Pablo nos exhorta a olvidar lo que queda atrás ya esforzarnos por alcanzar la meta, el premio celestial al que Dios nos llama en Cristo Jesús. Es un llamado a la entrega total a Cristo ya un progreso constante en la vida cristiana.
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Juan 8, 1-11: Este conocido episodio del Evangelio nos presenta a Jesús enfrentándose a los escribas y fariseos que le traen a una mujer sorprendida en adulterio, para que él la juzgue según la ley de Moisés. La respuesta de Jesús, invitándolos a que el que esté sin pecado arroje la primera piedra, revele su profunda sabiduría y misericordia. Al final, Jesús perdona a la mujer, pero la exhorta a no pecar más. Este pasaje nos muestra el amor incondicional y el perdón de Jesús hacia los pecadores, al mismo tiempo que nos llama a la conversión ya una vida nueva, libre del pecado.
En conjunto, estas lecturas nos transmiten los siguientes mensajes clave:
- La misericordia de Dios es inmensa y supera nuestros pecados. Así como perdonó a la mujer adúltera y promete una nueva liberación en Isaías, Dios siempre está dispuesto a perdonarnos ya darnos nuevas oportunidades.
- Es necesario dejar atrás el pasado y las antiguas maneras de vivir para abrazar la novedad que Dios nos ofrece en Cristo. Pablo renunció a todo lo que antes valoraba para seguir a Cristo, e Isaías nos invita a no recordar las cosas pasadas, sino a contemplar lo nuevo que Dios está haciendo.
- La confianza en Dios es fundamental para nuestra vida. Como el Salmo 125 nos recuerda, quienes confían en el Señor están seguros y protegidos.
- La vida cristiana es un camino de conversión continua y de esfuerzo por alcanzar la meta que Dios nos propone. Pablo nos anima a seguir adelante, olvidando lo que queda atrás y esforzándonos por lo que está por delante.
En este tiempo de gracia, estas lecturas nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia vida, a experimentar la misericordia de Dios, a dejar atrás aquello que nos impide seguir a Cristo con todo nuestro corazón ya confiar plenamente en su amor y protección mientras caminamos hacia la meta de la vida eterna.