LUNES 16

Num 24, 2-7. 15-17
Cuando Balaam alzó los ojos y vio a Israel acampado por tribus, el espíritu de Dios vino sobre él 3 y pronunció su poema, diciendo:
“Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante; oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis, pero con los ojos abiertos.
¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob, y tus moradas, Israel! Son como quebradas que se extienden, como jardines junto a un río, como áloes que plantó el Señor, como cedros junto a las aguas.
El agua desborda de sus cántaros, su simiente tiene agua en abundancia. Su rey se eleva por encima de Agag y su reino es exaltado.
Entonces pronunció su poema, diciendo: “Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del hombre de mirada penetrante; oráculo del que oye las palabras de Dios y conoce el pensamiento del Altísimo; del que recibe visiones del Todopoderoso, en éxtasis, pero con los ojos abiertos. Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca: una estrella se alza desde Jacob, un cetro surge de Israel: golpea las sienes de Moab y el cráneo de todos los hijos de Set.


Sal 24
Descúbrenos, Señor, tus caminos. 
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. 
Descúbrenos, Señor, tus caminos. 
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. 
Descúbrenos, Señor, tus caminos. 
Porque el Señor es recto y bondadoso, indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos. 
Descúbrenos, Señor, tus caminos.


Mt 21, 23-27
En aquel tiempo, Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?». Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. ¿De dónde venía el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?». Ellos se hacían este razonamiento: «Si respondemos: “Del cielo”, él nos dirá: “Entonces, ¿por qué no creyeron en él?”. Y si decimos: “De los hombres”, debemos temer a la multitud, porque todos consideran a Juan un profeta». Por eso respondieron a Jesús: «No sabemos». Él, por su parte, les respondió: «Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto».