LUNES 24

Eclo 1, 1-10
Toda sabiduría viene del Señor,      y está con él para siempre.
¿Quién puede contar la arena de los mares,las gotas de la lluvia y los días de la eternidad?
¿Quién puede medir la altura del cielo,     la extensión de la tierra, el abismo y la sabiduría?
Antes que todas las cosas fue creada la sabiduría y la inteligencia previsora, desde la eternidad.
El manantial de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas, y sus canales son los mandamientos eternos.
¿A quién fue revelada la raíz de la sabiduría y quién conoció sus secretos designios?
¿A quién se le manifesté la ciencia de la sabiduría y quién comprendió la diversidad de sus caminos?
Sólo uno es sabio, temible en extremo: el Señor, que está sentado en su trono.
Él mismo la creó, la vio y la midió, y la derramó sobre todas sus obras: la dio a todos los hombres, según su generosidad, y la infundió abundantemente en aquellos que lo aman.


Sal 92
El Señor es un rey magnífico. 
Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y majestad. Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, y para siempre está firme tu trono. 
El Señor es un rey magnífico. 
Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy y para siempre, Señor, la santidad adorna tu templo. 
El Señor es un rey magnífico.


Mc 9, 14-29
En aquel tiempo, cuando volvieron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas. En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo. Él les preguntó: «¿Sobre qué estaban discutiendo?». Uno de ellos le dijo: «Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron». «Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo». Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que está así?». «Desde la infancia, le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos». «¡Si puedes...!», respondió Jesús. «Todo es posible para el que cree». Inmediatamente el padre del niño exclamó: «Creo, ayúdame porque tengo poca fe». Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más». El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: «Está muerto». Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie. Cuando entró en la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?». Él les respondió: «Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración».