MARTES 12

Dt 31, 1-8
Moisés fue a decir estas palabras a todo Israel:
“Ya tengo ciento veinte años. En adelante no podré ejercer ninguna actividad; además, el Señor me dijo: ‘Tú no pasarás el Jordán’. El Señor, tu Dios, es el que cruzará delante de ti; él eliminará de tu presencia a todas esas naciones, y tú las desposeerás de sus dominios. Será Josué el que cruzará al frente de ti, como el Señor lo ha ordenado. El Señor tratará a esas naciones como trató a Sijón y a Og –los reyes amorreos– y a sus países, cuando los destruyó por completo. Él las pondrá en tus manos, y entonces ustedes deberán comportarse con ellas conforme a la orden que les di. ¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen ante ellas. Porque el Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado”.
Después Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: “Sé fuerte y valiente. Tú irás con este pueblo hasta la tierra que el Señor les dará, porque así lo juró a sus padres, y tú los pondrás en posesión de ella. El Señor irá delante de ti; él estará contigo y no te abandonará ni te dejará desamparado. No temas ni te acobardes”.


Sal (Dt 32)
Bendice, Señor, a tu pueblo. 
Voy a proclamar el nombre del Señor; den gloria a nuestro Dios, porque sus obras son perfectas. 
Bendice, Señor, a tu pueblo. 
Acuérdate de los días remotos, considera las edades pasadas, pregúntale a tu padre y te lo contará, a los ancianos y te lo dirán. 
Bendice, Señor, a tu pueblo. 
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad y la distribuía a los hijos de Adán, trazó las fronteras de las naciones según el número de los hijos de Israel. 
Bendice, Señor, a tu pueblo. 
La porción del Señor fue su pueblo, Jacob fue su heredad. Sólo el Señor los condujo, no hubo dioses extraños con él. 
Bendice, Señor, a tu pueblo.


Mt 18, 1-5. 10. 12-14
En aquel tiempo, los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?». Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.