MARTES 25

Dn 2, 31-45
Tú, rey, estabas mirando, y viste una gran estatua. Esa estatua, enorme y de un brillo extraordinario, se alzaba delante de ti, y su aspecto era impresionante. Su cabeza era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce; sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de arcilla. Tú estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra, sin que interviniera ninguna mano: ella golpeó la estatua sobre sus pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó. Entonces fueron pulverizados al mismo tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como la paja en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro. En cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran montaña, y llenó toda la tierra.
Este fue el sueño; ahora diremos su interpretación en presencia del rey. Tú, rey, eres el rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha conferido la realeza, el poder, la fuerza y la gloria; él ha puesto en tus manos a los hombres, los animales del campo y las aves del cielo, cualquiera sea el lugar donde habitan, y te ha hecho dominar sobre todos ellos: por eso la cabeza de oro eres tú. Después de ti surgirá otro reino inferior a ti, y luego aparecerá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. Y un cuarto reino será duro como el hierro: así como el hierro tritura y pulveriza todo –como el hierro que destroza– él los triturará y destrozará a todos ellos. También has visto los pies y los dedos, en parte de arcilla de alfarero y en parte del hierro, porque ese será un reino dividido: habrá en él algo de la solidez del hierro, conforme a lo que has visto del hierro mezclado con la masa de arcilla; pero como los dedos de los pies son en parte de hierro y en parte de arcilla, una parte del reino será fuerte, y una parte frágil. Tú has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla, porque ellos se mezclarán entre sí por lazos matrimoniales, pero no llegarán a adherirse mutuamente, como el hierro no se mezcla con la arcilla. Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido y cuya realeza no pasará a otro pueblo: él pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, y él mismo subsistirá para siempre, porque tú has visto, que una piedra se desprendía de la montaña, sin la intervención de ninguna mano, y ella pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande hace conocer al rey lo que va a suceder en adelante. El sueño es cierto y su interpretación digna de fe”.


Sal (Dn 3)
Bendito seas para siempre, Señor. 
Todas sus obras, bendigan al Señor. Todos sus ángeles, bendigan al Señor. 
Bendito seas para siempre, Señor. 
Cielos, bendigan al Señor. Todas las aguas del cielo, bendigan al Señor. Bendito seas para siempre, Señor. Todos sus ejércitos, bendigan al Señor. 
Bendito seas para siempre, Señor.


Lc 21, 5-11
En aquel tiempo, algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?».
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin». Después les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.

 


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Este pasaje (Daniel 2, 31-45) es uno de los textos proféticos más famosos del Antiguo Testamento y, para la teología católica, describe la historia de la salvación humana frente a los poderes políticos del mundo.

Aquí tienes el análisis detallado según tu consulta:

1. ¿Qué significa esta escritura?

El pasaje narra el "Sueño de la Estatua" que tuvo el rey Nabucodonosor y que solo el profeta Daniel pudo recordar e interpretar. El sueño describe una estatua gigante compuesta de diferentes materiales que van perdiendo valor (de la cabeza a los pies) pero aumentando en dureza, hasta que una Roca la destruye.

Según la interpretación católica tradicional (y aceptada por la mayoría de historiadores bíblicos), la estatua representa la sucesión de cuatro grandes imperios humanos que dominarían al pueblo de Dios hasta la llegada del Mesías:

  • Cabeza de Oro: El Imperio de Babilonia (Nabucodonosor).

  • Pecho y brazos de Plata: El Imperio Medo-Persa (que conquistó Babilonia).

  • Vientre y muslos de Bronce: El Imperio Griego (Alejandro Magno y sus sucesores).

  • Piernas de Hierro: El Imperio Romano (fuerte y destructor).

  • Pies de Hierro y Barro: Representa la debilidad y división de los reinos derivados de la caída de Roma (las naciones modernas), que nunca han logrado unirse totalmente ("el hierro no se mezcla con el barro").

La Roca: Al final, una piedra "cortada no por mano humana" golpea la estatua y se convierte en una montaña que llena la tierra.

  • Significado Católico: Esa "Roca" es Jesucristo y su Reino (la Iglesia). La profecía indica que, durante el tiempo del cuarto imperio (Roma), Dios instauraría un Reino espiritual que destruiría la idolatría de los reinos humanos y duraría para siempre.

2. ¿Es solo un sueño o es una profecía?

Es ambas. Fue un sueño real que tuvo el rey, pero teológicamente se define como una revelación profética. Dios utilizó el sueño del monarca pagano para revelar el plan divino de la historia. No fue un producto del subconsciente del rey, sino un mensaje directo de Dios sobre el futuro ("lo que ha de suceder en los postreros días", Dan 2:28).

3. ¿Se cumplió la profecía?

Sí, se considera cumplida. Desde la perspectiva histórica y cristiana, el cumplimiento es exacto:

  1. Históricamente: Los cuatro imperios surgieron y cayeron exactamente en ese orden (Babilonia, Persia, Grecia, Roma).

  2. Mesiánicamente: Jesús nació bajo el dominio del Imperio Romano (las piernas de hierro). Tal como predijo Daniel, en los días de esos reyes, "el Dios del cielo estableció un reino" (el Cristianismo) que comenzó pequeño como una piedra pero creció hasta extenderse por todo el mundo, sobreviviendo a la caída de Roma y de todos los imperios posteriores.

Para la Iglesia Católica, nosotros vivimos actualmente en la etapa final de esa profecía: la época de la "Roca" (la Iglesia) que sigue creciendo hasta el fin de los tiempos.