Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el territorio de Edóm. Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!”. Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: “Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes”. Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: “Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado”. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.
Sal 101
Señor, escucha mi plegaria.
Señor, escucha mi plegaria;
que a tu presencia lleguen
mis clamores.
El día de la desgracia,
Señor, no me abandones.
Cuando te invoque, escúchame
y enseguida respóndeme.
Señor, escucha mi plegaria.
Cuando el Señor
reedifique a Sión
y aparezca glorioso,
cuando oiga el clamor
del oprimido y no se muestre
a sus plegarias sordo,
entonces al Señor temerán
todos los pueblos
y su gloria verán los poderosos.
Señor, escucha mi plegaria.
Esto se escribirá para el futuro
y alabará al Señor
el pueblo nuevo,
porque el Señor,
desde su altura santa,
ha mirado a la tierra
desde el cielo,
para oír los gemidos del cautivo
y librar de la muerte al prisionero.
Señor, escucha mi plegaria.
Jn 8, 21-30
En aquel tiempo, Jesús les dijo también: «Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden ir».
Los judíos se preguntaban: «¿Pensará matarse para decir: “A donde yo voy, ustedes no pueden ir”?». Jesús continuó: «Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: “Ustedes morirán en sus pecados”. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados».
Los judíos le preguntaron: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo».
Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: «Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada». Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.
Jn 8, 21-30
En aquel tiempo, Jesús les dijo también: «Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden ir».
Los judíos se preguntaban: «¿Pensará matarse para decir: “A donde yo voy, ustedes no pueden ir”?». Jesús continuó: «Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: “Ustedes morirán en sus pecados”. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados».
Los judíos le preguntaron: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo».
Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: «Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada». Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.