MIERCOLES 30

Ex 34, 29-35
En aquellos dias, Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor. Al verlo, Aarón y todos los israelitas advirtieron que su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de acercarse a él. Pero Moisés los llamó; entonces se acercaron Aarón y todos los jefes de la comunidad, y él les habló. Después se acercaron también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí.
Cuando Moisés terminó de hablarles, se cubrió el rostro con un velo. Y siempre que iba a presentarse delante del Señor para conversar con él, se quitaba el velo hasta que salía de la Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado, y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a conversar con el Señor.


Sal 98
Santo es el Señor, nuestro Dios. 
Alaben al Señor, nuestro Dios, y póstrense a sus pies, pues el Señor es santo. 
Santo es el Señor, nuestro Dios. 
Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes, y Samuel, entre aquellos que lo honraban, clamaron al Señor y él los oyó. 
Santo es el Señor, nuestro Dios. 
Desde la columna de nubes les hablaba y ellos oyeron sus preceptos y la ley que les dio. 
Santo es el Señor, nuestro Dios. 
Alaben al Señor, a nuestro Dios, póstrense ante su monte santo, pues santo es nuestro Dios. 
Santo es el Señor, nuestro Dios.


Mt 13, 44-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.