Hermanos, ¿Eso quiere decir que la Ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Porque si hubiéramos recibido una Ley capaz de comunicar la Vida, ciertamente la justicia provendría de la Ley. Pero, de hecho, la Ley escrita sometió todo al pecado, para que la promesa se cumpla en aquellos que creen, gracias a la fe en Jesucristo.
Antes que llegara la fe, estábamos cautivos bajo la custodia de la Ley, en espera de la fe que debía ser revelada. Así, la Ley fue nuestro preceptor hasta la llegada de Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. Y ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sometidos a un preceptor. Porque todos ustedes, por la fe, son hijos de Dios en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo. Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa.
Sal 104
El Señor nunca olvida sus promesas.
Entonen en su honor
himnos y cantos;
celebren sus portentos.
Del nombre del Señor
enorgullézcanse
y siéntase feliz el que lo busca.
El Señor nunca olvida
sus promesas.
Recurran al Señor
y a su poder
y a su presencia acudan.
Recuerden los prodigios
que él ha hecho,
sus portentos y oráculos.
El Señor nunca olvida
sus promesas.
Descendientes de Abraham,
su servidor;
estirpe de Jacob, su predilecto,
escuchen:
el Señor es nuestro Dios
y gobiernan la tierra
sus decretos.
El Señor nunca olvida
sus promesas.
Lc 11, 27-28
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: «¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!». Jesús le respondió: «Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican».
Lc 11, 27-28
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: «¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!». Jesús le respondió: «Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican».