Hermanos, ¿Hay que seguir gloriándose? Aunque no esté bien, pasaré a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un discípulo de Cristo que hace catorce años –no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!– fue arrebatado al tercer cielo. Y sé que este hombre –no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!– fue arrebatado al paraíso, y oyó palabras inefables que el hombre es incapaz de repetir. De ese hombre podría jactarme, pero en cuanto a mí, sólo me glorío de mis debilidades. Si quisiera gloriarme, no sería un necio, porque diría la verdad; pero me abstengo de hacerlo, para que nadie se forme de mí una idea superior a lo que ve o me oye decir. Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere. Tres veces pedí al Señor que me librara, pero él me respondió: «Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad». Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo. Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Sal 33
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Mt 6, 24-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.
Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: “¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?”. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.
El Significado de Mateo 6, 24-34: Un Llamado a la Confianza y la Prioridad en lo Divino
La perícopa de Mateo 6, 24-34, ubicada en el corazón del Sermón de la Montaña, presenta una enseñanza fundamental de Jesús sobre las prioridades del ser humano y una invitación radical a confiar en la providencia de Dios frente a las ansiedades de la vida. El pasaje se articula en torno a dos ideas centrales: la imposibilidad de servir a dos señores y la exhortación a no preocuparse por las necesidades materiales, buscando en primer lugar el Reino de Dios.
La Elección Ineludible: Dios o las Riquezas
En el versículo 24, Jesús establece una dicotomía clara y contundente: "Nadie puede servir a dos señores, pues odiará a uno y amará al otro, o se aferrará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero (Mamón)". La palabra "Mamón" se refiere a las riquezas, las posesiones o cualquier entidad material en la que se deposita la confianza. Jesús personifica al dinero como un "señor" que compite directamente con Dios por la lealtad del corazón humano. La enseñanza subraya que la devoción a las riquezas inevitablemente desvía la atención y el amor que le corresponden solo a Dios, llevando a una vida de idolatría material.
El Antídoto contra la Ansiedad: La Confianza en el Padre Celestial
A partir del versículo 25, Jesús desarrolla el argumento contra la ansiedad (μεριμνᾶτε, merimnate en griego, que implica una preocupación que distrae y divide la mente). Se dirige a sus discípulos pidiéndoles que no se angustien por las necesidades básicas de la vida: qué comerán, qué beberán o con qué se vestirán. Para ilustrar su punto, utiliza ejemplos de la naturaleza:
- Las aves del cielo: No siembran, ni cosechan, ni almacenan en graneros, y sin embargo, "vuestro Padre celestial las alimenta". Jesús resalta el valor infinitamente mayor de los seres humanos en comparación con las aves, sugiriendo que si Dios cuida de ellas, con mayor razón cuidará de sus hijos.
- Los lirios del campo: No trabajan ni hilan, pero "ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos". La belleza efímera de las flores silvestres, vestidas espléndidamente por Dios, sirve como un poderoso contraste con la preocupación humana por el vestido. Si Dios se ocupa de la hierba que hoy es y mañana se quema, cuánto más cuidará de las personas, a quienes califica como "hombres de poca fe".
La preocupación, según Jesús, es inútil, ya que no puede añadir "ni una sola hora al curso de su vida" (v. 27). Además, es una característica de los paganos, aquellos que no conocen a Dios como un Padre providente.
La Prioridad Suprema: Buscar el Reino de Dios
El clímax y la solución a la ansiedad se encuentran en el versículo 33: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Jesús no niega la legitimidad de las necesidades materiales, sino que establece un orden de prioridades. La búsqueda activa del Reino de Dios —es decir, vivir bajo el gobierno de Dios, adoptando sus valores y promoviendo su justicia en el mundo— debe ser la preocupación principal. La promesa es que, al hacerlo, Dios proveerá lo necesario para la vida.
El pasaje concluye con una máxima que resume la enseñanza: "Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (v. 34). Esta es una llamada a vivir en el presente, confiando en el cuidado diario de Dios y enfrentando los desafíos de cada día sin la carga paralizante de la ansiedad por el futuro.
En resumen, Mateo 6, 24-34 es una invitación a liberarse de la esclavitud del materialismo y de la angustia por el futuro, depositando una confianza radical en Dios como Padre proveedor. Esto se logra reorientando la vida hacia la búsqueda prioritaria de su Reino y su justicia, con la certeza de que Él cuidará de todas las demás necesidades.