SABADO 30

2Cor 10, 17—11, 2
Hermanos: El que se gloría, que se gloríe en el Señor. Porque el que vale no es el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda. ¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran. Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura.


Sal 148
Que alaben al Señor todos sus fieles. 
Alaben al Señor en las alturas, alábenlo en el cielo; que alaben al Señor todos sus ángeles, celestiales ejércitos. 
Que alaben al Señor todos sus fieles. 
Reyes y pueblos todos de la tierra, gobernantes y jueces de este mundo; hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, alaben al Señor y denle culto. 
Que alaben al Señor todos sus fieles. 
Que alaben al Señor todos sus fieles, los hijos de Israel, el pueblo que ha gozado siempre de familiaridad con él. 
Que alaben al Señor todos sus fieles.


Mt 13, 44-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.