En aquellos días, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: «Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido. Israelitas, escuchen: A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él. A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen. Porque no es David el que subió a los cielos; al contrario, él mismo afirma: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a todos tus enemigos debajo de tus pies. Por eso, todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías».
Sal 77
No olvidemos las hazañas del Señor.
Escucha, pueblo mío,
mi enseñanza;
presten oído a las palabras
de mi boca.
Abriré mi boca y les hablaré
en parábolas;
anunciaré lo que estaba oculto
desde la creación del mundo.
No olvidemos
las hazañas del Señor.
Cuando Dios los hacía morir,
lo buscaban y madrugaban
para volverse hacia él.
Se acordaban de que Dios
era su auxilio;
el Dios altísimo, su redentor.
No olvidemos
las hazañas del Señor.
Lo adulaban con su boca,
le mentían con su lengua;
su corazón no era sincero con él
ni eran fieles a su alianza.
No olvidemos
las hazañas del Señor.
Pero él sentía lástima de ellos,
les perdonaba su culpa
y no los destruía.
Muchas veces dominó su ira
y apagó el furor de su cólera.
No olvidemos
las hazañas del Señor.
Jn 3, 13-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
Jn 3, 13-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.