El Señor respondió a Job desde la tempestad, diciendo:
¿Has mandado una vez en tu vida a la mañana, le has indicado su puesto a la aurora, para que tome a la tierra por los bordes y sean sacudidos de ella los malvados?
Ella adquiere forma como la arcilla bajo el sello y se tiñe lo mismo que un vestido: entonces, a los malvados se los priva de su luz y se quiebra el brazo que se alzaba.
¿Has penetrado hasta las fuentes del mar y has caminado por el fondo del océano?
¿Se te han abierto las Puertas de la Muerte y has visto las Puertas de la Sombra?
¿Abarcas con tu inteligencia la extensión de la tierra? Indícalo, si es que sabes todo esto.
¿Por dónde se va adonde habita la luz y dónde está la morada de las tinieblas, para que puedas guiarla hasta su dominio y mostrarle el camino de su casa? ¡Seguro que lo sabes, porque ya habías nacido y es muy grande el número de tus días!
Y Job respondió al Señor:
¡Soy tan poca cosa! ¿Qué puedo responderte? Me taparé la boca con la mano.
Hablé una vez, y no lo voy a repetir; una segunda vez, y ya no insistiré.
Sal 138
Condúcenos, Señor, por tu camino.
Tú me conoces, Señor,
profundamente:
tú conoces cuándo me siento
y me levanto, desde lejos sabes
mis pensamientos,
tú observas mi camino
y mi descanso,
todas mis sendas
te son familiares.
Condúcenos, Señor,
por tu camino.
¿A dónde iré yo lejos de ti?
¿Dónde escaparé de tu mirada?
Si subo hasta el cielo,
allí estás tú;
si bajo al abismo,
allí te encuentras.
Condúcenos, Señor,
por tu camino.
Si voy en alas de la aurora
o me alejo hasta el extremo
del mar,
también allí tu mano
me conduce
y tu diestra me sostiene.
Condúcenos, Señor,
por tu camino.
Tú formaste mis entrañas,
me tejiste
en el seno materno.
Te doy gracias
por tan grandes maravillas;
soy un prodigio
y tus obras son prodigiosas.
Condúcenos, Señor,
por tu camino.
Lc 10, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo: ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió».