Hermanos, los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea fiel. En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo. Es verdad que mi conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor. Por eso, no hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los corazones. Entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.
Sal 36
La salvación del justo es el Señor.
Pon tu esperanza en Dios,
practica el bien
y vivirás tranquilo en esta tierra.
Busca en él tu alegría
y te dará el Señor
cuanto deseas.
La salvación del justo
es el Señor.
Pon tu vida en las manos
del Señor, en él confía,
y hará que tu virtud
y tus derechos brillen igual
que el sol de mediodía.
La salvación del justo
es el Señor.
Apártate del mal,
practica el bien
y tendrás una casa eternamente,
porque al Señor
le agrada lo que es justo
y vela por sus fieles;
en cambio, a los injustos
los borrará de la tierra
para siempre.
La salvación del justo
es el Señor.
La salvación del justo
es el Señor;
en la tribulación él es su amparo.
A quien en él confía,
Dios lo salva
de los hombres malvados.
La salvación del justo
es el Señor.
Lc 5, 33-39
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas le dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben». Jesús les contestó: «¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar». Les hizo además esta comparación: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. ¡A vino nuevo, odres nuevos! Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor».
Lc 5, 33-39
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas le dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben». Jesús les contestó: «¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar». Les hizo además esta comparación: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. ¡A vino nuevo, odres nuevos! Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor».